Bruce Dean Willis

is Professor of Spanish and Comparative Literature at The University of Tulsa. His research and publications focus on diverse aspects of poetry and performance, and expressions of Indigenous and African cultures, in Latin American literature, particularly Brazil, Chile, and Mexico.

TIME FOR CHOCOLATE is available for purchase through One Act Play Depot! A brief description:

An intoxicating evening of music, poetry, and chocolate... in pre-conquest Mexico!
Based on a fifteenth-century dialogue among nobles schooled in rhetoric and philosophy, the play pits father against son in a war of words over the power and beauty of artistic expression.

Monday, February 9, 2015

Coloquio que sostuvieron el rincón y la esquina

Don Marcos del Rincón dijo,
"Si me acerco a la ventana,
a Tránsito de la Esquina
veré, ella que siempre pasa
husmeando y rezongando
por la puerta de mi casa
a esta hora, cuando amanece,
porque le comen las ansias
de saber mis novedades. 
Por eso, mejor me alcanza
la cortina, aquí adentro,
que, de tela oscura, tapa
mi cuerpo pero no mi oído. 
Ella quiere vistas anchas; 
yo, prefiero lo cuadrado.
Anhelo las cosas cerradas. 
Cada cosa su función,
cada cosa en su lugar. 
Aquí esperaré escondido
a escuchar su lengua mala."
Dijo doña Tránsito de la Esquina al
pasar por la ventana del Sr. Rincón,
"Ay, cómo me fastidia el ruco chismoso
que aquí vive. Nunca sale, apenas asoma
la nariz, y más bien se hace el desaparecido
detrás de su cortina. Se imagina que vengo con escándalos a contar,
cuando tan sólo me hago llegar a ver si está bien,
como quien
se cuida de un amigo, pues. Así que, 
don Marcos, hágase ver, que le traje noticias del mundo de afuera." 

"Aléjese, señora,
porque de sus malas mañas
no quiero yo ni saber.
Desvíe su caminata
a pasar por otras calles
y dejar de molestar."
Mientras lo dijo don Marcos,
no pudo dejar de espiarla.

"Ni que lo estuviera importunando,
don Marcos, no sea Ud. tan pesado. Mire que
está Ud. pálido. La brisa fresca del mar
le hace falta, y el buen beso
de los rayos del sol."

"¡Tengo la salud de un oso!
¡Qué de rayos ni qué nada!
Más bien Ud., doña Tránsito,
luce bastante quemada.
¿No será que tanto sol
le quita todas las ganas
de pensar con su sano juicio?
Su mente ya no está clara."

"¡Uf! Cuide lo que dice, don Marcos, no vaya
a ser que Ud. sea el más indicado para
señalar con dedo ajeno." Doña Tránsito le guiñó el ojo y prosiguió, "Le haré saber que por lo mismo de que yo sí
salgo y veo las gentes pasar y las nubes pasar y los naves
pasar, yo sí veo bien, todo iluminado por el astro rey, y mi salud es la de
la yegua fuerte que sube y baja por los vericuetos de la ciudad."

"Entonces, ¿por qué delira?
Le escucho pero no me habla
como debe ser, en verso,
con rima y ritmo que entablan.
Si no puede mostrar forma
de romance ni cantata,
sus opiniones e ideas
¿cómo voy yo a respetarlas?"

"¿Forma? También la tiene la ardiente luz del sol cuando se filtra por
el verdor de las hojas del bosque, y toda la escena queda ilustrada, como que de oro impregnada. Forma difícil de asir pero fácil de apreciar. ¿O no lo has visto nunca, don Marcos?"

"En mis libros veo todo.
¿Qué no pueden ilustrar
el arte de los dibujos,
la ciencia de las palabras?
Si se trata de un concepto
que merece muchas páginas,
seré el primero en leerlas.
Así, qué el mundo se me abra."

"Yo creo, señor, que eso que Ud. dice de que quiere que el mundo se le abra, es
realmente lo que Ud. añora. Pero Ud, sólo por empecinado,
digo,
por terco, porfiado, testarudo, obstinado e intransigente,
se niega a ver que el mundo se abre al umbral de su
puerta." Doña Tránsito se ajustó la blusa y la canasta que llevaba, y agregó, "Que pase un buen día, y hasta mañana."

Quedó perplejo don Marcos.
Le respondió, "Hasta mañana,"
refunfuñando entre dientes.
Se puso a pelar naranjas;
pensando en soles y mundos
dejaba caer las cáscaras.
Después volvió a sus romances
de maneras anticuadas
que escribía en puño y letra:
metáforas delicadas
de amores por doña Tránsito.
De repente entró una ráfaga
por la ventana y todo se hizo un caos
de cáscaras y metáforas y hojas sueltas que a don Marcos le costó unas horas
para arreglar, pero se fastidió y salió al muelle
para ver llegar y salir los naves y las nubes y fue entonces que
supo que
un romance es bonito pero que no siempre
lo romántico se confina en su forma.