Bruce Dean Willis

is Professor of Spanish and Comparative Literature at The University of Tulsa. His research and publications focus on diverse aspects of poetry and performance, and expressions of Indigenous and African cultures, in Latin American literature, particularly Brazil, Chile, and Mexico.

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An intoxicating evening of music, poetry, and chocolate... in pre-conquest Mexico!
Based on a fifteenth-century dialogue among nobles schooled in rhetoric and philosophy, the play pits father against son in a war of words over the power and beauty of artistic expression.

Monday, July 27, 2009

Romance del farmacéutico andante

Llegaba al puente de hierro

el farmacéutico andante—

enderezador de tuertos,

surtidor de mil jarabes.

De un pueblo lejano vino

llevando su único traje

y en su bolsa de remedios,

vendas, frascos, hierbas, sales.

Hacía generaciones

que había aprendido su arte,

desdibujando las fiebres

y esponjando los calambres.

Ya había cortado muchos

cordones umbilicales,

cada uno un regalo tierno.

¡Cómo lo amaban las madres!

El sabio siempre asistía

en la hora de las verdades.

Y siempre les recetaba

lo mismo, sin contrariarse:

gotas de agua en la cabeza,

bien dejen secarla el aire,

para su inocencia calva;

y para la piel tan suave,

leche de madre, seis meses,

porque su color agarre.

Y así decía a los ciegos

llorar con té de aguacate,

y besarse con canela

sugería a los amantes.


Llegaba al puente de hierro

el farmacéutico andante—

estrenando canas ahora

y jaula de costillares.

Pero apenas cruza el puente,

cual hielo duro le cae

la mezquindad de las sombras.

Su bolsa en el suelo yace.

Lo golpean lo desnudan

unos gritos de azabache.

Todo remedio le quitan.

Todo abuso y daño le hacen.

Lanzan vendas, gasas, yesos

al río negro de esmalte,

donde se revientan peces

secos, sucios, jadeantes.

Se esfuman en humo y bruma

las hierbas medicinales,

cenizas que cicatrizan

los pulmones y las calles.

Rompen los frascos de vidrio,

jarabes y alcoholes salen,

los que abusan el cerebro

charcos en la acera lamen.

Roban polvos y pomadas

viles narcotraficantes.

Se llevan los bisturíes

y pagan con monedas de sangre


y pervierten los signos alquímicos en

grafiti

y tuercen las palabras, las quiebran, las dejan

a perder a

pudrir

y violan la sagrada entereza desnuda del cuerpo

sin misericordia y

sin consciencia

siquiera

nada


De la Farmacia de Dios

lo echaron en el umbral.

Sufrió la muerte de quien

vislumbró la luz final.

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