Monumento María Lionza, Caracas |
Cabalga, de ancas anchas, en la danta.
Caza el chigüire y rastrea el jaguar.
Danza, ágil, ataviada con cocar,
y así al amante lo atrapa, y lo encanta.
Madre será, de una abundancia tanta
que esparce hijas por la selva a poblar,
las cascadas y plantas a animar.
De mama amplia, a la Amazonia amamanta.
Sus aguas inundan como su pelo.
Nadan en ellas las yaras hermanas,
más la anaconda, rayo, falo de aros.
María de la Onza no ostenta velo:
la milagrosa labra, sin sotanas
y en pieles planetarias, votos raros.
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