Anduvo por el desierto
los cuarenta y tres días
con su unánime noche.
Supo lo que es la intimidad con los escarabajos,
el convivio con las lagartijas,
el comerse las agrias ansias
y volver bien redondas las dudas
de tanto reciclarlas.
Deambuló por ambos lados de la frontera
de la lucidez.
Y ahora, en extremos de fertilidad desatada,
chorrea disparates que envuelven--
de manera ya cotidiana--
alguna que otra profecía.
Está como nublado, obnubilado,
emitiendo un perpetuo chipichipi
de nostalgias hipotéticas
y fantasías cimentadas
cuando rederrepente se despeja,
se escucha el acorde sostenido y triunfante
de un coro angelical,
y estalla de su rostro iluminado la expresión
inconfundible pero instantánea
de la Verdad,
para luego seguir ensartando
otras sandeces insospechadas.
Entre azul y buenas noches,
cuando no es orate, es oráculo.
Acaso viene siendo lo mismo.
Monday, September 13, 2010
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